¿Qué cualidades debe tener un mediador?
Diez puntos básicos del mediador en el Manejo de Conflictos
- Trabajar en la imparcialidad: abstenerse de mostrar juicios sobre lo que es correcto o incorrecto, no forzar a las partes a tomar ninguna acción o decisión en particular, dejar de lado los propios intereses y necesidades.
- Mantener una escucha activa: mostrar interés en entender a las personas, escuchar el lenguaje verbal y reconocer el no verbal para identificar la información importante y los sentimientos que están en juego.
- Mostrar habilidades de comunicación que generen la apertura de un espacio de diálogo: comunicarse de manera clara, con respeto y de forma asertiva; parafrasear las ideas, reflejar los sentimientos que están en juego y realizar preguntas que abran posibilidades.
- Poseer herramientas que potencien la posibilidad de llegar a un acuerdo: por ejemplo, al establecer claramente el encuadre de la mediación, crear un entorno física y emocionalmente seguro, definir de manera conjunta con las partes la situación problemática. Tener la capacidad de separar a las personas del problema, señalar los posibles beneficios de la resolución de conflicto, los intereses, las alternativas y los compromisos. Contar con técnicas y estrategias para el manejo de emociones intensas y para intervenir en los bloqueos durante el proceso de mediación.
- Empatía: es la comprensión de los sentimientos de otra persona. Esta capacidad cognitiva de sentir lo que otra persona puede percibir permite una mejor comprensión del comportamiento, de las necesidades y de la toma de decisiones de los otros.
- Creatividad para manejar cada mediación como un proceso único: reconocer las diferencias de cada contexto y mantener las habilidades de comunicación adecuadas siendo flexible y determinando las mejores estrategias para cada situación.
- Mantener la información que surge durante la mediación en estricta confidencialidad. Indicar a las partes todas las excepciones de la confidencialidad antes de que comience el proceso.
- Poseer un interés genuino en el proceso de mediación: comprometerse en estar en la mejor disposición para mediar y reconocer que no siempre un proceso de mediación tiene éxito.
- Respetar los diferentes puntos de vista para promover el respeto entre las partes en disputa.
- Autoevaluar la propia actuación: reconocer los errores y buscar mejorar la práctica; mantener una actitud de búsqueda y de capacitación constante.